lunes, 20 de agosto de 2007

TORREMOLINOS 73 * * * *

ARTISTAS DEL PORNO CASERO. Javier Cámara y Candela Peña.

 Torremolinos 73 (España-Dinamarca, 2003), titulada en México “Porno quedar Pobre”, llamó la atención en el momento de su estreno, en primer término, por ser la primera película que su actor protagónico, Javier Cámara, hiciera después del éxito internacional que tuvo con Hable con Ella (2002), bajo la dirección de Pedro Almodóvar, ofreciendo una magnífica actuación como el sexualmente ambiguo enfermero Benigno.

Torremolinos 73 es el segundo largometraje del realizador Pablo Berger, donde Javier Cámara se pone, literalmente, “en la piel” de Alfredo, un pobre vendedor de enciclopedias de puerta en puerta a principios de los 1970, que no gana más que los portazos de la gente, que apenas y lo escuchan. La cinta, escrita por el mismo Berger, basada en personajes y hechos reales, intenta hacer una mirada cómica, burlona y desfachatada a la moralina imperante en la sociedad franquista, pocos años antes de la muerte del “Generalísimo”.

El título se refiere a la “obra maestra” cinematográfica que Alfredo dirigirá, al descubrirse a sí mismo como un realizador de películas pornográficas caseras, oficio que deberá tomar como última opción para no ser despedido por su jefe (el siempre eficiente actor Juan Diego), debido a que una línea de enciclopedias sobre educación sexual está teniendo éxito rotundo en Dinamarca y pronto tendrá una edición audiovisual. El trabajo consistirá en que Alfredo y su esposa (Candela Peña) deberán filmarse así mismos teniendo relaciones sexuales, a cambio de cuantiosas sumas de dinero por película.


La pasión por Bergman tocará la vena cinematográfica de Alfredo. Conforme él y su esposa vayan protagonizando las rudimentarias películas caseras en 16 mm, cada vez más “complejas” y escenificadas, el tipo acabará apasionándose cada vez más por ese extraño arte llamado cine. La cinta, estupendamente ambientada y musicalizada, nos sumerge en pleno año de 1973, y por obvias razones estará plagada de referencias al maestro sueco (recientemente fallecido), llevándonos a varios momentos cómicos, algunos otros sublimes, durante la parte de la filmación de “Torremolinos 73”, título de la gran obra cinematográfica que Alfredo pretende filmar. Nada más el rodaje de la escena final de ese tortuoso episodio en el hotel, vale la experiencia de ver la película.


Por supuesto, la trama tendrá sus buenas dosis de melodrama inevitables, en la fragilidad del matrimonio de Alfredo, que por una u otra razón no ha podido tener un hijo, hasta instantes fílmicos sumamente inspirados, sea por el magnífico diseño de arte, o en general, por la buena dirección de Berger, en esa escena donde Alfredo, en un momento digamos “orgásmico”, concebirá la idea de filmar “Torremolinos 73”.

El filme es un trabajo divertido y a la vez valiente, sin necesidad de haber caído en excesos visuales o verbales. Todo vale en este ejercicio de estilo que emula, sobretodo en su montaje, a las comedias españolas de aquella época.

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