viernes, 4 de enero de 2008

THE MAGDALENE SISTERS * * * 1/2

SUFRIENDO SILENCIOSAMENTE. Abusos, humillaciones
e injusticias dentro de un convento de monjas.
Bernadette (Nora-Jane Noone), una de las jóvenes internadas en el Convento de las Magdalenas, termina concluyendo que todas están ahí “para hacer penitencia de todos nuestros pecados”. The Magdalene Sisters es el relato brutal sobre uno de los periodos de abuso y crueldad que se vivieron dentro del internado de las Magdalenas. Ahí, cientos de mujeres eran recluidas por supuestos “pecados”, que la sociedad machista de los 1960 les imponía.

Peter Mullan dirige y hace un pequeño personaje dentro del filme, como el padre golpeador que regresa a su hija al internado por haberse fugado. Creo que este es uno de sus filmes más arriesgados en su todavía corta filmografía. La historia empieza con la violación que sufre Margaret (Anne-Marie Duff) por parte de su primo, durante la celebración de una boda. Es una inquietante secuencia, en donde mientras se ve la desesperación de la joven por buscar ayuda no existirá diálogo alguno, sino una música religiosa que enmarca la acción en conjunto.

Margaret terminará siendo internada en el convento de las Magdalenas, en un intento de su familia por silenciar el asunto. Ahí conocerá a Bernadette (Nora-Jane Noone), una chica coqueta y muy relajada con los chicos, y a Rose (Dorothy Duffy), a quien le es arrebatado su bebé por la Iglesia debido a su condición de madre soltera, sin contar con el apoyo de sus padres.

La madre superiora (interpretada soberbiamente por Geraldine McEwan), es quien impone la férrea disciplina en el internado, lugar en donde conviven recluidas chicas y mujeres maduras. Mullan consigue, a lo largo de numerosas secuencias dentro del dormitorio, situaciones y ambientes claustrofóbicos. Sin embargo, entre ninguna de las chicas surge una relación sólida que nos atrape  salvo hasta el final, con dos de ellas dispuestas a huir.

El filme de Mullan se incluye en ese cine que tiene una intención de denunciar los abusos del clero católico (por ejemplo, Song for a Raggy Boy, sobre los abusos de un sacerdote contra sus estudiantes en un internado). Mullan es directo en su denuncia, a través de escenas que despiertan indignación, como aquella en la que las monjas humillan a varias jóvenes, obligándolas a desnudarse y haciendo comentarios irónicos respecto a sus cuerpos; el abuso sexual del sacerdote hacia la devota pero inocente Crispina (Eileen Walsh), la golpiza que la hermana Bridget propina a Rose, etc. Es cierto,  nos llevan a un final predecible desde la mitad del filme, pero al leer las notas finales ("Los internados funcionaron hasta 1996"), las intenciones de Mullan terminan siendo bienvenidas.


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